Siganme los buenos

Después de la tormenta... un arco iris a la vuelta de la esquina

Me di cuenta que las dos últimas entradas, va las últimas, fueron un poco deprimentes.
Pero bueno, uno no puede mentir. Cuando uno se siente para el orto, no puede escribir en su blog que está bien.
Pero bueno, los días pasaron. Los malos días también. Usé cada segundo libre para poner las cosas en claro.
Para poner en primer las cosas que quiero. Para sacarme a la gente tóxica de encima.
No hubo grandes cambios, pero sí los suficientes para estar mejor.
Como lo he dicho antes: nadie me puede salvar, solo yo.
Pero, puedo apoyarme en la gente que me quiere: mi familia y mis queridos amigos.
Decidí darle con todo a mi entrenamiento, a la acrobacia y al trapecio. Terminé los libros que tenía pendiente.
Empecé a hacer morrales y carteras, cosa que me divierte mucho. Pero lo más importante de todo, es que organicé unas vacaciones con mi hermano del alma. Por primera vez nos vamos a ir nosotros dos de viaje.
Uno siempre se imagina: ¿Cómo serán unas vacaciones alcoholizandose en un camping?
Bueno, nosotros nos preguntamos lo mismo y queremos vivir la respuesta. Es algo que me super emociona porque es una prueba para la convivencia y por primera vez me voy a pasar unos días con una persona que me entiende plenamente.
Poco a poco la vida va mejorando, menos mi conexión a internet y mi talento culinario.
También están pasando otras cosas, pero eso todavía no lo voy a contar.
Y bueno, con las cosas mejorando me voy despidiendo.

Saludos como siempre a mis invisibles lectores.
Mica, bastante mejor, volviendo ser yo.