Como todo ciclo, llegó a su final.
Me despido de los salones, de los peloteros, de las camareras y de las encargadas
De los nenes diciendome: seño
De mi disfraz de payaso
De mi remera de corbata y de estrellas.
Dejé de animar fiestas infantiles.
Ahora me dedico a llamar a la gente y tratar de venderles cosas.
La vida cambia
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